La obesidad conlleva consecuencias médicas inmediatas, como diabetes, aumento del colesterol, fatiga crónica o hipertensión, pero también sociales (estereotipos y prejuicios) o psicológicas, como ansiedad y depresión. Aumenta los afectos negativos, tal y como reflejan numerosas investigaciones, apareciendo angustia, enfado, miedo o vergüenza.
Por tanto, a nivel psicológico, es importante destacar cómo la obesidad produce en las personas un desarrollo de una imagen corporal negativa, con estrés, incomodidad en las relaciones sociales y timidez, sobrevalorando la importancia del físico y cayendo considerablemente la autoestima. Es por tanto necesaria la ayuda psicológica en los tratamientos de pérdida de peso, enfocándose especialmente en:
- Ser conscientes de qué, cómo y cuándo comemos.
- Reducir la cantidad de comida y el tipo de alimentos, orientándonos hacia una alimentación sana.
- Reducir los niveles de estrés y ansiedad, ya que influyen de forma directa en el peso.
- Conseguir una mejora a nivel social y familiar.
- Prevenir las recaídas y asentando los nuevos hábitos.
Es por eso, que nuestra Unidad cuenta con un seguimiento psicológico durante los dos años que duran todos nuestros tratamientos, para que el cambio resulte efectivo, fácil y duradero.